Siria: gracias a Putin

Mapa de ataques aéreos de Rusia en Siria, del 25 de octubre al 3 de noviembre. Mapa: Institute for the Study of War
Mapa de ataques aéreos de Rusia en Siria, del 25 de octubre al 3 de noviembre. Mapa: Institute for the Study of War
Mapa de ataques aéreos de Rusia en Siria, del 25 de octubre al 3 de noviembre. Mapa: Institute for the Study of War

Debido al carácter autoritario (ahora se dice “democracia iliberal”, pues gana elecciones) de su régimen, a la manera en que ha anexionado Crimea e intervenido en el Este de Ucrania, a cómo presiona sobre sus vecinos, a su homofobia y otros rasgos, hay un amplio rechazo a Vladimir Putin en Occidente (aunque cuenta con algunos admiradores en la creciente extrema derecha europea). Pero hay que reconocer que sin la intervención militar rusa en Siria las cosas no habrían empezado a moverse y a dibujar en el horizonte una cierta esperanza de pacificación. La Rusia de Putin no ha actuado por motivos humanitarios sino en defensa de descarnados intereses de potencia como contar con un país amigo en un Oriente Medio en el que había perdido comba y que se está redibujando, y una base importante en el Mediterráneo. Y por motivos de seguridad: intentar desactivar el Estado Islámico (ISIS o Daesh) es también una prioridad para los rusos.

La Administración norteamericana lo ha entendido bien. Los europeos, que aún se creen que pintan algo en la zona, no. Los teléfonos funcionan entre Washington y Moscú. Los titulares de Exteriores de EEUU, John Kerry, y de la Federación Rusa, Serguéi Lavrov, han hablado cara a cara en Viena, en la reunión sobre Siria. Se pusieron de acuerdo para invitar –finalmente, pues es un actor esencial sin el cual nunca se alcanzará una paz– a Irán a las conversaciones. Y ha sido un éxito que los dos grandes rivales, ya no sólo en Siria sino en toda la zona, Irán y Arabia Saudí, se hayan sentado a una misma mesa. Además, en un movimiento sumamente sensato, militares rusos y estadounidenses se han reunido y han realizado ejercicios no tanto para coordinarse sino para evitar accidentes entre ellos en sus respectivos bombardeos.

Es verdad que Rusia está no sólo bombardeando posiciones de Daesh, sino también instalaciones de grupos rebeldes contra el régimen de Al-Assad, pero entre ellos hay de todo, al-Qaeda incluida, y Rusia asegura que ha llegado a acuerdos con algunos de ellos y que sigue en negociaciones con otros. Algunos se frotan las manos pensando que Rusia se ha metido en un cenagal del que va a salir trasquilada (y lo que se supone que es una bomba que estalló en un avión ruso sobre el Sinai puede ser un aviso). Pero Obama, que se estaba desentendiendo del drama de Siria, ha despertado ante el empuje ruso y la crisis de los refugiados que está dando vuelos a los extremistas por la derecha en Europa. Ha decidido enviar un grupo de operaciones especiales, unos 50, de momento poco numerosos pero que puede ir a más. ¿Inevitables botas sobre el terreno?

Muchos, europeos y norteamericanos, se han convencido de que la exigencia de la salida de Al-Assad, apoyado por Irán (aunque más el régimen que la persona), no sólo no es ahora una prioridad ante el auge de Daesh, sino que puede ser contraproducente si lleva al caos. Pues las lecciones de Irak y Libia están muy claras: no se puede destruir un régimen, un Estado, sin crear antes o a la vez otro. Se habla de la partición de Siria, que ya es un hecho (entre el régimen, los diversos rebeldes y Daesh), pero es importante mantener, como en Irak, la ficción de las fronteras de un solo Estado, mientras se diseña hacia dónde ha de ir una transición.

La acción de Rusia, y la llegada masiva de refugiados sirios a Europa, ha despertado finalmente a la OTAN a la realidad de que la amenaza no viene sólo del Este (ante lo que algunos, no todos ni mucho menos, perciben como una Rusia neoimperial, sino por el del Sur, donde el verdadero riesgo el caos sobre el que crece el terrorismo. El mes que viene la OTAN presentará una “Estrategia para el Sur”, entre otras cosas para “proyectar estabilidad” sin tener siempre que desplegar fuerza militar convencional, según su secretario general Jens Stoltenberg. Aunque en la OTAN se sigue con un lenguaje obsoleto hablando del “flanco sur”. No es un flanco sino un frente, aunque líquido, en un sentido físico y de Zygmunt Bauman.

En Siria, y por extensión en toda la zona, EEUU y Rusia avanzan en la búsqueda conjunta de un plan diplomático, aunque por detrás haya una rivalidad como potencias. ¿Serán Kerry y Lavrov los nuevos Sykes-Picot de Oriente Medio, como apunta el ex ministro Miguel Ángel Moratinos? Ni siquiera. Pues tampoco EEUU y Rusia tienen la capacidad de imponer una solución, si es que la hay y que nunca será buena, sino más o menos mala. Pero sí pueden hacer algo, de lo que los europeos son incapaces. Unos europeos siempre renuentes a hablar de “intereses”, pues se refugian en unos “valores” que ellos mismos están dejando de practicar.