Pensar y actuar estratégicamente en un mundo en cambio: una Estrategia Global Europea

Tras meses de reflexiones, debates, contribuciones académicas y múltiples reuniones de trabajo, se ha hecho público el informe sobre los elementos para una Estrategia Global Europea. Este proyecto, liderado por cuatro think tanks europeos  –  Swedish Institute of International Affairs, Istituto Affari Internazionali, Polish Institute of International Affairs y Real Instituto Elcano  – ha alumbrado  un documento de carácter paneuropeo, novedoso por su metodología de trabajo. Pero también prometedor en tanto y en cuanto ha cumplido con el objetivo inicial de generar un debate y una reflexión en torno a la necesidad de establecer unas prioridades básicas para la acción exterior europea en consonancia con sus valores y principios. Se parte de la premisa que un enfoque estratégico –  en definitiva, un plan que establezca las prioridades, los objetivos y los medio –  es lo que permitirá a la UE actuar hacia fuera (y hacia adentro) en forma coherente con sus valores.

Un aspecto fundamental de este informe es que se atreve a plantear, en negro sobre blanco, una serie de intereses vitales para Europa, reconociendo el carácter entrelazado (continuum interno-externo) de los mismos, y que hay que trabajar simultáneamente a nivel europeo, regional y global. Son seis los intereses – a saber: el desarrollo económico y social europeo; una UE segura y resiliente; un vecindario democrático; un medio ambiente sostenible y acceso a recursos naturales; facilitar la movilidad global de personas, ideas, bienes y servicios; y un sistema de gobernanza global y regional justo y eficaz – que están articulados con una serie de objetivos estratégicos que se desarrollan detalladamente en el informe.
Estos objetivos plantean tres niveles de actuación europea: desarrollar la dimensión externa de las políticas internas de la UE, poner nuestra vecindad en el centro de la acción global de la UE y ser co-responsables en moldear la gobernanza global.
Asimismo, el informe reconoce y pone en valor la necesaria colaboración entre los Estados miembros y las instancias e instrumentos europeos en el ámbito de la acción exterior, intentando superar la dicotomía Estados vs.  UE. Además, reconoce la importancia de cuatro países a la hora de vincular las ambiciones regionales y globales de la UE. Destacando el carácter de Estados Unidos como único socio global de la UE, se sugiere forjar una nueva Comunidad Atlántica; se propone alcanzar una asociación política reforzada con Turquía antes de que se produzca su controvertido ingreso en la UE; y reforzar unas relaciones con China y Rusia, centradas en intereses mutuos.
Muchas son las ideas y sugerencias de este informe para una Estrategia Global Europea, y a partir de ahora toca analizar y desarrollar cada una de ellas. Sin embargo, creo que uno de los valores añadidos del informe es que logra romper con la hegemonía todopoderosa de la crisis como el único hilo conductor del discurso europeo. Tanto para ciudadanos como para los líderes europeos la crisis de la zona euro se está convirtiendo es una pesadilla de la que parece que no vamos a despertar nunca. Este informe presenta una nueva narrativa que permite superar en cierta medida la dialéctica imperante que pretende reforzar líneas divisorias entre norte y sur, centro y periferia, y deudores y acreedores.
Este informe deja en evidencia que el proyecto de integración es necesario hacia dentro y hacia fuera, y ambas dimensiones son indisociables para superar esta crisis, y por tanto se debe actuar simultáneamente en ambas. El desafío es claro, tanto para sus Estados miembros como para las instituciones comunitarias: hacer posible una UE proactiva, realista y global que sea capaz de hacer frente a los desafíos globales que los ciudadanos debemos enfretarnos cada día.