Las fuerzas que impulsan la desglobalización

Supermercado vacíodurante la pandemia, Sheffield, UK. Foto: Tim Dennell Tim Dennell
Supermercado vacío durante la pandemia, Sheffield, UK. Foto:Tim Dennell (CC BY-NC 2.0) Blog Elcano
Supermercado vacía durante la pandemia, Sheffield, UK. Foto: Tim Dennell Tim Dennell
Supermercado vacío durante la pandemia, Sheffield, UK. Foto:Tim Dennell (CC BY-NC 2.0)

El tema es objeto de creciente debate en los círculos económicos. ¿Hemos entrado en una fase “estructural” de desglobalización, en la que van a perder intensidad los flujos internacionales de bienes, servicios, capitales? ¿O estamos ante un fenómeno transitorio, provocado fundamentalmente por las disrupciones de la pandemia, de forma que la globalización recuperará al acabo de un tiempo el impulso de épocas pasadas?

Hay que tener en cuenta que la tendencia a la desglobalización es anterior a la pandemia. La pandemia del coronavirus ha tenido un fuerte impacto sobre los flujos internacionales de mercancías y capitales. A corto plazo las consecuencias de la pandemia se han percibido con fuerza en la práctica interrupción de la movilidad internacional de personas, las disrupciones en el transporte y por tanto en las cadenas de suministro, la paralización o reducción de las actividades productivas debido a medidas de confinamiento –interrumpiendo así el suministro de bienes que son necesarios en el proceso productivo de otras empresas–, etcétera.

Los trastornos en los procesos de producción se han trasladado a los consumidores. Según una encuesta de Gallup de agosto de 2021 en Estados Unidos, el 60% de los encuestados señalaba que en los últimos dos meses no había podido adquirir un producto que deseaba, mientras que un 57% habían experimentado un considerable retraso en la recepción de un producto que habían ordenado.

Al margen de los trastornos actuales en los procesos de producción provocados por la pandemia, los efectos de ésta pueden ser importantes también en el medio y largo plazo. Se pueden avanzar algunas tendencias:

1. El objetivo de conseguir una mayor seguridad en los suministros de inputs en sus procesos productivos va a hacer que las empresas revisen sus estrategias de deslocalización y aprovisionamiento.

Un informe de la Confederation of British Industry de agosto de 2021 señala que en la industria británica los stocks se encontraban en su nivel más bajo desde hace varias décadas, debido a diversos motivos, siendo uno de los principales las disrupciones en las cadenas de suministro.

Estos problemas pueden provocar que muchas empresas estudien una reestructuración de sus cadenas de suministro. Estos cambios de estrategia están dando lugar a la aparición y popularización de nuevos términos. Los últimos términos que se están popularizando son friendly-shoring y ally-shoring, que se refieren también a una relocalización, excepto que ésta no se limita a relocalizar en el país de origen: países “amigos”, con los que se comparten valores e intereses estratégicos, son también buenos destinos para trasladar la producción.

El economista Pol Antràs, por ejemplo, en el excelente libro publicado por Luis Garicano, Capitalism after Covid, se muestra escéptico sobre la idea de la desglobalización, argumentando que el montaje de cadenas de suministro es complejo y costoso, y que por ello las empresas se resisten a cambios radicales en ellas.

Sin embargo, lo cierto es que grandes empresas están anunciando cambios en sus localizaciones de producción. Por poner un ejemplo, Toyota, el mayor fabricante de automóviles del mundo anunció el pasado 10 de septiembre que en el presente año fiscal produciría 300.000 vehículos menos de los previstos (de 9,3 a 9 millones), debido a los problemas de suministros de componentes (en especial semiconductores) desde fabricantes del Sudeste asiático a causa del COVID-19. Toyota indica con claridad que está planeando transferencias de producción a otras regiones.

2. El aumento de costes de las transacciones internacionales también puede afectar negativamente a la internacionalización.

Diversos factores impulsan este aumento de los costes. En estos últimos tiempos, los costes de transporte marítimo han aumentado con fuerza. Puede ser un fenómeno a corto plazo, aunque permanecerá la percepción de que en un futuro se pueden producir nuevas disrupciones de origen diverso que repercutan en el coste del transporte de bienes.

Pero otros factores pueden incidir negativamente en el coste de las transacciones internacionales, a largo plazo, y por tanto en las ventajas de los intercambios:

a) La necesidad de prevenir situaciones de desabastecimiento de bienes como las que se están viviendo en la actualidad llevará a las empresas a aumentar sus niveles de stocks, en especial de aquellos bienes esenciales que proceden de localizaciones alejadas, con el consiguiente aumento de los costes empresariales.

b) Un efecto similar al anterior puede producirse cuando las empresas se planteen, no ya relocalizar, pero sí un mayor grado de diversificación en sus suministros. Ello supondrá incurrir en costes de búsqueda e identificación de proveedores. Es también posible que los nuevos proveedores sean más caros.

c) En la comunidad internacional está cobrando fuerza la idea de que es necesario establecer códigos de conducta a las empresas para asegurar que en sus cadenas de suministro se respeten criterios éticos en lo que se refiere a derechos humanos, trabajo infantil, condiciones laborales, medio ambiente. Estas mayores exigencias pueden suponer lógicamente un aumento de costes: las empresas tendrán que gastar recursos en implementar sistemas de due diligence para revisar sus cadenas de suministro, podrán verse forzadas a cambiar a suministradores más caros, etcétera.

Alemania ha aprobado en 2021 una ley que obliga a las empresas a vigilar por el respeto de los derechos humanos y medioambientales en sus cadenas de suministro.

d) Se está abriendo paso la idea de establecer aranceles basados en las emisiones de carbono para las importaciones procedentes de países que no adopten medidas para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. Estos aranceles supondrían lógicamente un encarecimiento de las importaciones.

3. Los procesos de internacionalización de las empresas pueden verse afectados por restricciones a las transacciones internacionales de origen geopolítico. En diversas zonas se han reforzado o implementado en estos últimos años medidas de control de inversiones extranjeras, por razones políticas en primer lugar.

Las sanciones internacionales por efectuar transacciones de bienes u operaciones financieras con determinados países o empresas constituyen otra medida que se ha reforzado en los últimos tiempos, especialmente por parte de Estados Unidos, y todo indica que tienen una proyección a largo plazo.

4. El caso de China tiene a este respecto una importancia especial, por la relevancia del país. Los recelos geopolíticos frente a la potencia asiática han crecido con fuerza en estos últimos años. China es el primer exportador mundial. Se ha empezado a hablar de desacoplamiento en relación con la economía china.

Por otro lado, la propia China estaría promoviendo un desacoplamiento de su economía. Como señala Alicia García Herrero, la “estrategia de circulación dual”, adoptada por las autoridades chinas, busca en realidad reforzar la autosuficiencia de China en respuesta a un entorno exterior más hostil. China quiere evitar depender de resto del mundo para bienes estratégicos (por ejemplo, de alta tecnología). Ello provocará previsiblemente una tendencia contractiva sobre sus importaciones, y sobre el comercio mundial (China es el segundo importador mundial de mercancías).

Decía al principio de este artículo que es difícil hacer previsiones, dada la complejidad de los factores y fuerzas que inciden en la globalización. Pero son muchos los elementos que impulsan la desglobalización, un fenómeno que, no olvidemos, ya estaba en marcha desde principios de la década de 2010.