La difícil mejora de la competitividad de la economía española

M-30 y Cuatro Torres Business Area, en Madrid. Foto: Luis García (CC BY-SA 2.0)
España no progresa en competitividad internacional, según el conocido estudio que realiza el World Economic Forum. Los factores institucionales lastran de manera determinante la valoración de la competitividad española.
El Global Competitiveness Report (GCR) que elabora el World Economic Forum es probablemente el estudio más importante –y más influyente: una referencia para empresas, bancos, analistas– que se publica sobre la competitividad de las economías del mundo. La última edición (2017-2018) se ha publicado a fines de septiembre. El GCR realiza un análisis a fondo de una amplia serie de indicadores que configuran la competitividad de una economía. Para la realización del estudio, el World Economic Forum cuenta con una serie de instituciones colaboradoras en los diferentes países. En el caso de España la institución colaboradora es IESE Business School.
En esta última edición del GCR los tres países más competitivos del mundo son Suiza, Estados Unidos y Singapur (que se mantienen en las tres primeras posiciones en los últimos años). De los diez países más competitivos del mundo, seis son europeos, y tres asiáticos.
En total son 114 los indicadores que se analizan en el estudio, agrupados en 12 apartados o “pilares”: instituciones, infraestructura, marco macroeconómico, sanidad y educación primaria, educación superior y profesional, eficiencia del mercado de bienes, eficiencia del mercado de trabajo, desarrollo del sistema financiero, preparación tecnológica, tamaño del mercado, sofisticación de los negocios e innovación. En esta última edición han sido 137 los países analizados.
España, valoración deficiente
La primera conclusión sobre la valoración de España es que ésta no es buena:
- España figura en el puesto 34 mundial. Se encuentra en la cola de los países europeos, por detrás de República Checa, Irlanda, Estonia (y por supuesto muy por detrás de Alemania, Francia, Reino Unido…). El pequeño consuelo es que España se sitúa por delante de Portugal (puesto 42) e Italia (puesto 43).
- España retrocede respecto a la edición del año anterior, en la que ocupó el puesto 32.
- En general, en los últimos años su valoración y posición se mantiene relativamente estancada. En 2012-2013 ocupó el puesto 36. Su puntuación, que el estudio establece sobre un máximo de 7, sólo ha subido una décima en los últimos cinco ediciones (de 4,6 en 2012-2013 a 4,7 en esta última edición).
En el cuadro adjunto vemos cómo ha evolucionado el ranking de España para los 12 pilares considerados entre 2012-13 y la reciente edición de 2017-18.
Vemos que en buena parte de estos pilares ha habido una notable mejora, como en “marco macroeconómico” -como consecuencia de haber remontado la crisis-, “eficiencia del mercado de trabajo” o “desarrollo del sistema financiero” –aunque el ranking en estos apartados sigue siendo malo.
Los pilares o apartados en los que España obtiene un buen ranking son “infraestructura” (puesto 12) y “tamaño del mercado” (17).
Sin embargo, se retrocede en estos años en el pilar de “instituciones”, pasando del puesto 48 al 54. También es preocupante el retroceso que se registra en “innovación” (del 35 al 42).
El lastre institucional
El marco institucional se ve de nuevo resaltado como uno de los lastres importantes de la economía española, un tema que ya hemos comentado en un post anterior en este blog.
En el siguiente cuadro hemos recogido el ranking de España en el Indice de Competitividad de 2017-18 para una serie de componentes. Como puede verse, algunos indicadores relacionados con la gestión política destacan por su mala clasificación. Es el caso de la “confianza pública en los políticos” (España se sitúa en el puesto 104, recordemos que sobre un total de 137 países), o el “favoritismo en las decisiones de los funcionarios del gobierno” (puesto 83).
Otros indicadores relacionados con el marco institucional de los negocios reciben también una clasificación mala. En “peso de las regulaciones públicas” España ocupa el puesto 113, en “número de procedimientos para iniciar una empresa” el 70, y en “prácticas para contratar y despedir trabajadores” el 115.
Se trata de aspectos que han sido también destacados en otros estudios sobre competitividad internacional o sobre el marco de negocios en España (entre estos últimos, cabe mencionar las encuestas realizadas entre empresas extranjeras que han invertido en España).
El estudio del World Economic Forum ha recibido una atención relativamente reducida en España. Sus resultados, que merecen desde luego recibir una mayor atención, ponen de manifiesto la necesidad –tantas veces mencionada- de abordar reformas. La competitividad de la economía española mejora muy lentamente, e incluso retrocede en algunos aspectos importantes. La retórica sobre las reformas realizadas es muy intensa; pero los estudios internacionales y nacionales no reconocen estos avances.
Efectivamente las Instituciones del Estado en vez de fomentar la competitividad y la creación y desarrollo de nuevas empresas, se limitan a cumplir con las innumerables normativas. Una vez más se avisa como la principal causa de este fenómeno la ancestral práctica política de crear empleos para sus votantes convirtiéndolos en burócratas que acaban por caer en la ineficiencia. Esto por su puesto es posible por dos razones fundamentales: la primera, que el Estado encuentra una manera simple de cubrir una necesidad de empleo políticamente conveniente. La segunda, que la mayoría de las personas estamos educados para atender nuestras necesidades inmediatas antes que pensar en las necesidades de la comunidad.
Buen artículo con profusión de cifras y rankings.El informe sería mucho mejor si hubiera incluído análisis del porqué hemos dado pasos atrás en casi todo lo analizado.Hubiera sido de gran ayuda conocer los porqués en base a quizás la ideosincracia española ??,quizás a la baja competitividad ??,quizás debido a la falta de preparación empresarial ante los retos globales??,quizás a que el actual gobierno piensa más en los votos que en la efectividad de una política seria de desarrollo industrial y de servicios tecnológicos ??.No sé, pero creo que hay que puntualizar más sobre este enunciado.
Saludos cordiales
Gracias por la descripción comparativa en su artículo realizada sobre los datos del Global Competitiveness Report .
Echo en falta el análisis económico que a juicio del autor cabría hacer sobre la mejora de competitividad de la economía española a tenor de los datos descritos.
Atentamente.
Manuel Bellido Milla.
Entiendo que se pueda echar en falta en mi post un análisis de las razones que están detrás de la evolución de los indicadores comentados, o sobre cómo mejorar la competitividad de la economía española. La razón fundamental de su ausencia es simplemente un tema de espacio. En los posts del blog tenemos que ajustarnos a unos ciertos límites. Si hubiera entrado en análisis de causas o posibles actuaciones de mejora, hubiera excedido con mucho una extensión razonable. Pero estos temas quedan pendientes para el futuro…
Es de comprender, aunque lo cierto es que me gustaría enriquecerme con su análisis.
Espero tener la oportunidad.
Manuel.
Hola Manuel, si quieres conocer más sobre la forma de medir y el análisis que emplea el foro económico en base a sus 12 pilares te dejo una serie de enlaces para que puedas ampliar la información;
https://www.competitividadyestrategia.com/12-pilares-de-la-competitividad.html
http://reports.weforum.org/global-competitiveness-index-2017-2018/countryeconomy-profiles/#economy=ESP
muy interesante -II
Buen post.
Sobre el asunto de fondo, hay “malas notas” que obedecen a deficiencias objetivas y otras que responden a tomas de posición valorativas sobre cuánta competitividad es conveniente o aceptable sacrificar a la consecución de otros objetivos de política socioeconómica perfectamente atendibles (a riesgo, si no se hace, de generar una gran desafección entre los que se quedan atrás en la lucha por los ránkings). Singapur basa su modelo en una sociedad dispuesta a renunciar a ciertas libertades para ser más próspera (o al menos así nos lo cuentan sus líderes). Es complejo comparar si no se tiene en cuenta que lo irrenunciable en ciertas latitudes es un mero lastre en otras. En ese sentido, la comparación entre economías con valores similares (Europa occidental, por ejemplo) parece más útil.
Dicho lo cual, hay mucho que mejorar para sacarle el máximo partido a nuestro modelo y asegurarnos de que sea viable sin resignarnos a un empobrecimiento relativo generalizado.