España en positivo
Parece necesario recordar lo evidente: de esta crisis económica por muy profunda que sea y aunque tardemos mucho tiempo en hacerlo, también saldremos. Eso es lo obvio aunque a veces lo olvidamos. La pregunta que tenemos que hacernos es otra: ¿estamos en el camino hacia la salida o todavía estamos en plena caída? Y debemos contestar esa pregunta desde el rigor analítico de las tendencias de fondo que se están produciendo en nuestra economía, no desde las sensaciones inmediatas que nos indican con claridad que el momento es muy difícil. Desde esa perspectiva más analítica, en un informe que hemos publicado recientemente en Arcano, la respuesta es que hay razones de fondo y de calado para el optimismo.
La primera cuestión que debemos de resolver es si nuestro país es solvente. De no serlo, la única manera de salir de esta situación sería restructurar nuestra deuda en el marco de un programa de rescate a la griega, como algunos analistas afirmaban no hace mucho. La realidad es que España tiene una elevada solvencia, entendiendo solvencia como la diferencia entre nuestros activos y nuestros pasivos. El nivel de endeudamiento bruto de España, sumando sector público y privado, es equivalente al 268% del PIB. ¿Cómo hemos llegado hasta allí? Tanto el Estado (infraestructuras), como las familias (residencias), como las empresas (inversión inmobiliaria e inversiones internacionales) han llevado a cabo un proceso de inversión sin precedentes en la primera década del siglo que ha derivado en que el valor de los activos propiedad del Estado, las empresas y los particulares españoles sea del entorno al 750% del PIB. Somos, por tanto, muy solventes. El problema es que el peso del sector inmobiliario es muy alto (80% de las familias y 68% en el caso del Estado) lo que hace que nuestra economía sea muy ilíquida. Pero en absoluto insolvente.
Por tanto, parece que podemos salir de esta situación sin necesidad de una restructuración de nuestra deuda pero eso no asegura que ya estemos en el camino para salir de la crisis, para crecer. En una economía abierta al mundo como la nuestra es necesario ser competitivos para poder crecer. Y lo somos. A pesar de la difícil situación internacional, nuestras empresas han incrementando el nivel de sus exportaciones desde 2009 y este verano hemos alcanzado la cifra de 200.000 Millones de Euros, un récord histórico, consiguiendo tener superávit comercial con el resto de Europa por primera vez desde la existencia del Euro. Si sumamos a este incremento de las exportaciones la importante reducción de las importaciones que se ha producido, tenemos que la balanza comercial española (excluyendo energía) es positiva, habiendo tenido en 2007 la segunda balanza comercial más negativa del mundo en términos absolutos, solo detrás de EEUU. Y esa capacidad competitiva está siendo potenciada por las reformas que el Gobierno ha puesto en marcha en los últimos meses, incluyendo la reforma laboral.
Es decir, somos solventes y competitivos. No está nada mal para empezar. Sin duda, tenemos grandes retos por delante. Tenemos un serio problema de financiación de empresas y consumidores como resultado del proceso de desapalancamiento bancario pero, con tiempo, nuevos mecanismos e instituciones ocuparán poco a poco ese espacio que hoy está vacío. Tenemos pendientes reformas de calado, como la reforma de la Administración o la reforma educativa, uno de los lastres de nuestra competitividad a futuro. Pero, en un marco de estabilidad institucional europea en el que el riesgo de ruptura del Euro vuelva a ser un “riesgo de cola”, España ofrece atractivas oportunidades de inversión y cada vez más inversores internacionales están convencidos de ello. Es posible que nosotros también acabemos pensándolo.
No comparto el optimismo que se desprende de este artículo. Es muy positivo que la percepción de la economía sea positiva, especialmente entre los consumidores, que son quienes tienen en su mano la llave para reactivar la economía. Sin embargo, España atraviesa una situación económica de proporciones catastróficas: hay infinidad de familias que están al borde del colapso, y son muchas las que ya han caído por el abismo, ante la impasividad de los poderes públicos. Como abogado especializado en derecho del trabajo, en relación al mercado de trabajo he podido diferenciar muy claramente tres fases a lo largo de la crisis económica: i) Tras el estallido de la burbuja inmobiliaria y el surgimiento de la crisis inmobiliaria y financiera una cantidad descomunal de trabajadores de la construcción perdieron sus empleos; ii) En segundo lugar quebraron todas aquellas empresas vinculadas de forma más o menos directa al sector de la construcción: empresas que fabrican muebles, ventanas o extintores, las que instalan e inspeccionan ascensores, etc, con la consiguiente pérdida masiva de puesto de trabajo; iii) Finalmente, en la actualidad están quebrando empresas de recorrido histórico en nuestro país que bajo ninguna circunstancia debieran haber quebrado en una economía saneada, son empresas con un alto valor añadido, ya sea por el producto que ofrecen, por la marca de dichos productos o servicios, o por el know how que atesoran. El cierre y los despidos masivos vinculados a estas últimas empresas son consecuencia de la gravísima crisis que sufrimos, que lejos de mejorar es altamente probable que empeore en el próximo año. En España es imprescindible que vuelva a fluir el crédito de forma urgente a los pequeños y medianos empresarios. Es igualmente de gran importancia que el Estado intervenga como motor de la economía, al menos hasta que la inercia que tenga la propia economía sea suficiente para poder prescindir del impulso estatal (ya habrá tiempo de plantear recortes cuando no sea necesaria la inversión pública). Desde las instituciones europeas y con ayuda del BCE es necesario que se reactive la economía, toda vez que ésta, por su cuenta, es imposible que reviva. Finalmente, España debe apostar de cara al futuro por el desarrollo de productos de alta tecnología que permiten mantener los niveles de vida y equipararnos a los países más competitivos a escala global.
De acuerdo en el análisis, de acuerdo en la indignación, pero no en el camino a seguir. ¿Con que dinero reactivar? ¿para que reactivar, producir, lanzar al mercado productos que en momentos de penuria no compraría nadie?. No esta el horno para bollos, sino para ahorros.
En mi opinión:
No lapidar recursos.- Lo que este maltrecho y sin futuro al basurero. No perdamos dinero alargando la agonía de empresas y productos sin futuro. En el “Parbulito”, libro de texto de mi época, empezaba con una poesía que decía que si juntas manzanas sanas y podridas se acaban pudriendo las dos. ¿a quien se le ocurrió juntar cajas de ahorros en crisis?
Atar ideas.- El carácter, el clima, nuestra anarquía genética, nos llevan a ser semillero de ideas, pero ¡ah demonios! no nos lleva a desarrollarlas. Propongo que las ayudas del Estado aten contractualmente a quienes las reciben para que: a) Los I+D+i que se logren se patenten es España, b) Los dueños de dichos derechos, logrados con su esfuerzo pero con la ayuda de subvenciones españolas no puedan recalar en paraísos fiscales c) Su producción de se haga en España.
No tenemos capital sino deudas, no tenemos mano de obra barata sino especializada, vale solo nos queda la inteligencia, pero subvencionar la universidad y proyectos sin tener la garantía de que el inventor no se domiciliara en las islas Caimán o producirá en la India no nos asegura el retorno de la inversión. Atemos las ayudas.
Es el sol español.- Pues si, al final, cuando remansen las aguas, la Bayer (pongamos por Ej.) tendrá que hacer un instituto de investigación ¿y donde creen que serán más productivos sus cerebrines, en Frankfurt o en la costa mediterránea?. Que si hombre, que si. España será una potencia en investigación y sino tiempo al tiempo (soleado).
PD. Disculpa Rubén R. mi replica, solo quería decirte que gastar lo que no tenemos para ir a ningún sitio no es la solución.
Egosum, me parece fantástica tu aportación. De hecho, creo que no tenemos una visión demasiado diferente del diagnóstico y de la terapia.
Vivimos en un mundo en el que la economía se puede sintetizar con dos atributos: a) El capitalismo como modelo económico imperante a nivel mundial, entendido como la economía de mercado basada en la producción de bienes y servicios donde los empresarios compiten respetando las reglas de la competencia (teóricamente) y b) La globalización de la economía.
La economía de mercado es el modelo económico globalmente aceptado, también por España. Es por ello que España no entiende su salida de la crisis fuera del modelo capitalista. En una economía de mercado, bajo mi punto de vista, los Estados tienen dos formas de comportarse:
a) Los Estados pueden basar su desarrollo en la producción de bienes y servicios con un alto valor añadido que por su novedad y utilidad puedan ser comercializados y exportados al resto de países, a pesar de cobrar una prima por estos productos, que permitiría mantener niveles altos de bienestar a la vez que se genera empleo de forma sistemática (sin perjuicio de que también haya mucho subdesempleo y empleo precario en estos países). Este es el modelo por el que apuesta Corea del Sur, Japón, EEUU, Alemania, Finlandia, Suecia, etc. Este modelo se caracteriza porque es muy difícil detectar un progreso a corto plazo. Sin embargo, también es cierto que en los últimos tiempos nuestro país se ha caracterizado por dejar exportes trabajadores de alto nivel que debieran jugar un papel esencial en ese cambio de orientación productiva y a importar personal no cualificado que no contribuye a solucionar el problema.
b) Por otro lado, los Estados pueden basar su crecimiento y la creación de empleo en una competencia basada en establecer condiciones laborales precarias, de manera que los márgenes de beneficio se incrementan drásticamente gracias a que las empresas no están sujetas a los estándares laborales que sería deseable que fueran exigibles y que conllevan un alto coste. Este es el modelo de China, Bangladesh, Indonesia, Marruecos, Turquía, etc.
En resumen, en el modelo económico actual podemos apostar por la innovación y mantener así nuestro estado del bienestar y el respeto a los derechos humanos (acompañado de políticas que aseguren que la riqueza permanece en España y que una parte de la misma está destinada al sostenimiento de los gastos públicos, o podemos adoptar el modelo basado en la precariedad y las diferencias e injusticias sociales.
España, de forma patente, está apostando -como ha sucedido tradicionalmente en nuestro país- por el modelo basado en la precariedad laboral, si bien no somos suficientemente competitivos porque nuestra precariedad no es, ni de lejos, comparable con las condiciones deplorables que existen en los países asiáticos (entre otros muchos) que antes he citado. España necesita definirse; está en una zona gris que no le sitúa de forma clara en ninguno de los dos modelos expuestos, y eso es un grave problema.
El gobierno fijó como su máxima prioridad la lucha contra el desempleo. Sin embargo, todavía no ha aprobado ninguna medida destinada a la reactivación del mercado laboral.
En este punto yo estoy de acuerdo contigo: los recursos son muy escasos. Yo creo que uno de los problemas fundamentales que atraviesa España es la lamentable gestión del gasto público. España debe reformar (y recortar) de forma severa la Administración del Estado de las CCAA, las Diputaciones provinciales, los Consejos comarcales, y los Entes locales como defiende un importante grueso de la población; el café para todos ha fracasado, a la vez que se muestra innecesario y, sobre todo, muy caro.
España debe combatir de forma severa contra el fraude fiscal y contra los paraísos fiscales, al mismo tiempo que se reduce la presión fiscal sobre las clases trabajadoras (donde incluyo tanto a un cajero de supermercado que cobra 800 euros brutos, como a un médico o un abogado que tienen su despacho propio y que fácilmente pueden ganar 15.000 euros mensuales). El problema proviene de las SICAV, de los Fondos de Inversión, y de la tributación societaria basada en una política de incentivos y deducciones que permite que empresas punteras como Google España obtengan liquidaciones del impuesto de sociedades a devolver.
Igualmente comparto la idea de que las cajas de ahorros se debieran haber dejado quebrar, protegiendo, por supuesto, al depositante. España no puede aceptar que el gobierno obtenga unos ingresos descomunales (rescate financiero) para salvar a las instituciones así como para convenidas la gestión irresponsable de sus directivos, que han contribuido con un papel protagonista en la creación de la situación actual, y que por otro lado España encabece las listas de todas las estadísticas que retratan a España como uno de los países donde las perspectivas económicas son, para muchos años, de las peores que existen a nivel mundial.
Debemos combatir esta situación y reasignar los recursos de forma eficiente, que serían abundantes y suficientes para empezar a revertir la situación, y así promover una economía basada en la ciencia y en la innovación (independencia energética, bioquímica, ingeniería, medicina, desarrollo de software, nanotecnología, robótica, electrónica). Ya sé que es algo my recurrente, pero difícilmente habrá progreso si no hay un impulso de estos sectores. No digo que solo deba haber empresas científicas y tecnológicas, lo que digo es que es necesaria una mayor presencia de estas industrias, que harán necesarios a más contables, a más distribuidores de vehículos, a más constructores y promotores, más agencias de viajes, más comercio, más compañías de seguros, más profesionales docentes y profesiones cualificados, más restaurantes, etc. Basta con que haya un sector que tenga un crecimiento y desarrollo exponenciales para tirar de la economía (en los últimos años lo fue la construcción, y ahora, porque no nos queda otra solución, debe serlo la innovación). Por supuesto que no hablo de tener fábricas que echan humo para crear objetos innecesarios.
Comparto igualmente tus dos propuestas “b) Los dueños de dichos derechos (de propiedad industrial), logrados con su esfuerzo pero con la ayuda de subvenciones españolas no puedan recalar en paraísos fiscales c) Su producción de se haga en España.” Estados Unidos está poniendo mucho énfasis en poner fin a la deslocalización industrial y devolver la producción a ese país. Tanto el presidente reelecto Obama como el candidato Romney mostraron en varias ocasiones en los debates electorales su sensibilidad con que ello se haga realidad en los próximos cuatro años.
Aunque esa es una cuestión controvertida, me seduce mucho la idea de incentivar la producción autóctona mediante la aplicación de una política impositiva que penalice a las empresas que deslocalicen su producción en países extranjeros y que se incentive la producción local. Es un asunto muy conflictivo dado que estas medidas pueden ser contrarias a la libertad de empresa, y pueden ser contrarias a las reglas de la competencia desleal, puesto que en definitiva se está subvencionando de forma indirecta el proteccionismo, altamente censurado por las élites financieras del FMI, BC y de la OMC. No obstante, yo considero que en estos momentos España debe luchar por promocionar, si es necesario con ayuda del Estado, que no necesariamente exige la transferencia monetaria directa, sino que puede hacerse a través de la política fiscal. Lo que está claro es que el ajuste presupuestario del gobierno, aunque necesario, está suponiendo y va a suponer un retroceso enorme de la sociedad española que nos sitúa al borde del precipicio.
Pido perdón por este comentario extensísimo, pero creo que esta es una web de rigor donde es posible plantear debates de actualidad con más o menos criterio. Muchas gracias al que se moleste en leerlo, y más aun a quien decida comentarlo, especialmente si es para criticarlo de forma constructiva.
En medio de este “temporal” de informes negativos y “adelantos” de malas noticias se agradece una opinión cualificada, fresca y , sobre todo valiente. Muchas gracias.
Veo que hay alguien con optimismo, en la visión de la economía española, por que los comentarios en general son bastante pesimistas y ven ha España como un país quebrado, que debe mas de lo que vale.
Pero por otro lado si que es cierto lo que dices que hay mas confianza en los inversores extranjeros que en los nacionales por lo que puedo yo apreciar de mi experiencia en el destrozado sector inmobiliario, desde agosto del año pasado se ve un gran incremento del interés de estos inversores, peor por otro lado vienen, con una arrogancia muy elevada por que se ha trasmitido que todo en España esta de saldo, y no es así seguimos teniendo productos con un alto valor añadido, ya que después de tantos años de experiencia con los extranjeros se realizan productos de alta calidad y hemos aprendido a dar un servicio adecuado a sus necesidades.
por tanto hay que mantener esperanzas de que la situación mejore, sobre todo se necesita iniciativa de los bancos que inyecten liquidez a las PIMES,asi como que gobierno las tenga mas encenta, ya que como digo yo vivimos en un país de guerrilleros y no existen grandes industrias que nos saquen adelante, si no que las pequeñas empresas son las que mueven nuestra economía.
Un saludo y gracias por ese comentario optimista que introduce un poco de aire fresco, en este ambiente tan enrarecido que vivimos últimamente.