De discursos y relevos: un 17 de enero nada anodino para la UE

Theresa May. 12 objetivos para la negociación de la salida del Reino Unido de la UE (17/1/2017). Foto: Jay Allen / Number 10 Flickr. Crown Copyright (CC BY-NC-ND 2.0). Blog Elcano
La primera ministra Theresa May durante su discurso sobre los 12 objetivos para la negociación de la salida del Reino Unido de la UE (17/1/2017). Foto: Jay Allen / Number 10 Flickr. Crown Copyright (CC BY-NC-ND 2.0).
Theresa May. 12 objetivos para la negociación de la salida del Reino Unido de la UE (17/1/2017). Foto: Jay Allen / Number 10 Flickr. Crown Copyright (CC BY-NC-ND 2.0). Blog Elcano
La primera ministra Theresa May durante su discurso sobre los 12 objetivos para la negociación de la salida del Reino Unido de la UE (17/1/2017). Foto: Jay Allen / Number 10 Flickr. Crown Copyright (CC BY-NC-ND 2.0).

Ayer, 17 de enero, se solapaban dos importantes acontecimientos para la Unión Europea. Por un lado, se producía el tan esperado discurso de Theresa May sobre el Brexit. Se confirmó parte de lo que se venía anunciando, pero también hubo algunas novedades significativas. Por otro lado, se llevó a cabo la elección del sustituto de Martin Schulz al frente del Parlamento Europeo. La Presidencia finalmente cayó a manos de Antonio Tajani, político italiano del Partido Popular Europeo. Ambos hechos son destacables, pero vayamos por partes. En primer lugar, el discurso de la Primera Ministra británica.

Hace días que se venía anunciando una inminente presencia de Theresa May para explicar qué era ese eslogan del “Brexit significa Brexit”. A tal punto llegaba la incertidumbre de algunos, que la Primera Ministra fue llamada, en un juego de palabras a los que tanto nos tiene acostumbrados The Economist, “Theresa Maybe” (“Theresa quizás”). Pero si nos hemos fijado bien a lo largo de los últimos meses, May ya había dado algunas (bastantes) pistas de lo que quería lograr con el Brexit. Por encima de todo, controlar la inmigración.

Y aquí la gran sorpresa: ante las continuadas advertencias de sus socios comunitarios sobre la indivisibilidad de las 4 libertades fundamentales de la Unión (mercancías, capitales, servicios y, lo que genera más controversia con los británicos, trabajadores), May ha decidido apostar finalmente por situar a su país fuera del Mercado Interior, a pesar de ser algo que en principio va en contra del interés general del Reino Unido. Para los 27 esto es una sorpresa con mayúsculas, pues pensaban tener una baza muy importante y, por tanto, habían hecho de ello una de las dos líneas rojas trazadas hasta el momento. La otra es la no negociación con los británicos hasta que estos activen el artículo 50 (que presumiblemente será antes de finales de marzo).

La UE tendrá que pararse a reflexionar ante los retos que plantea este posicionamiento, con cuidado de no ceder de más en la negociación, sentando precedentes que pudieran utilizarse por parte de otros Estados que eventualmente quisiesen salir del proyecto comunitario. Al mismo tiempo, tendrá que gestionar el órdago de May, que ha dicho que si el acuerdo no es bueno, es preferible para el Reino Unido un “no acuerdo”. Y para valorar si el acuerdo en cuestión es bueno, la Primera Ministra ya ha anunciado algunas de las cuestiones que para ella son básicas: proteger los derechos de los británicos en la UE (y viceversa con los comunitarios en el Reino Unido), salir de la jurisdicción del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, lograr un Acuerdo de Libre Comercio “lo más ambicioso posible” y tener un acuerdo aduanero con la UE (sin formar parte de la Unión Aduanera).

Por si fuera poco para la Unión, ayer se dirimía también la elección del presidente del Parlamento Europeo. El elegido ha sido Antonio Tajani, logrando el tercer top job de la UE para un italiano (además del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, y de la Alta Representante, Federica Mogherini), cuando Italia no destaca ahora precisamente por su estabilidad. Asimismo, y con la victoria de Tajani, los conservadores logran hacerse con la presidencia que les faltaba, tras la del Consejo Europeo, donde está Donald Tusk, y la de la Comisión Europea, institución liderada actualmente por Jean-Claude Juncker. Esta hegemonía conservadora en las instituciones comunitarias, no obstante, es difícil que se mantenga más allá de la próxima cita, que puede ser el relevo en el Consejo Europeo.

Pero lo más importante son los efectos que, con toda probabilidad, se derivarán de la elección de Tajani. En primer lugar, debemos esperar una presidencia mucho menos protagonista que la de Schulz, volviendo quizás a una concepción más clásica del cargo, a diferencia de lo que habría pasado de ser Guy Verhofstadt quien venciese la carrera. Sin embargo, el político liberal quedó muy tocado tras la salida en falso del acuerdo con el M5S y sus opciones de alcanzar el cargo prácticamente eran nulas, por lo que acabó llegando a un acuerdo para apoyar al Partido Popular Europeo y la candidatura de Tajani, quien tuvo por tanto como máximo rival al líder socialdemócrata, Gianni Pitella.

El segundo elemento tiene que ver con, precisamente, lo que significa este acuerdo para el Parlamento. Por pura lógica de subsistencia, los socialdemócratas europeos decidieron romper la “Gran Coalición” que formaban con los conservadores y que permitía una aprobación sencilla de la legislación en el Parlamento (dentro de lo complicado que es el proceso legislativo en la UE). Es de esperar que, a partir de ahora, se instituya en el Parlamento Europeo una lógica distinta, de mucha más politización, que provoque una mayor confrontación de las ideas y que, como corolario, complique la adopción de decisiones. No olvidemos que, asimismo, en el Parlamento hay casi un tercio de euroescépticos con ganas de torpedear cualquier medida que signifique “más Europa”.

El tercer efecto, pero no menos importante, es el que se puede producir en la relación entre la Comisión y el Parlamento, las dos instituciones más federalistas. Con la salida de Schulz se pierde la estrecha relación existente entre el alemán y Juncker, que se veía reforzada con las reuniones semanales conocidas como G5, donde se sumaban Frans Timmermans por parte de la Comisión y Manfred Weber y el propio Pitella por parte del Parlamento. En dichas reuniones se coordinaba la línea política a seguir, funcionando como un cierto contrapeso a un Consejo Europeo que, a pesar de todo, y crisis tras crisis, se ha hecho con más fuerza, incrementándose por tanto el intergubermentalismo en la toma de decisiones.

Con toda probabilidad el día de ayer no pasará a los anales de la historia comunitaria, pero los dos eventos aquí analizados tienen consecuencias importantes para el futuro inmediato de la Unión Europea. El discurso de May, por avanzar la idea que tiene el Reino Unido sobre la nueva relación que quiere tener en el futuro con la Unión Europea. El relevo en la presidencia del Parlamento, por los cambios institucionales que se pueden derivar del mismo. De todo ello se hablará largo y tendido a lo largo de los próximos meses.